El estudio poselectoral del CIS relativo a las últimas elecciones generales descubrió que se abstuvieron hasta 1,7 millones de votantes del PP del año 2008, y que aún le salieron las cuentas gracias a más de 1,5 millones de otros votantes procedentes del PSOE. Las autonómicas de Andalucía confirmaron el absentismo del electorado actual del PP y la desmovilización precipitada de una parte significativa de sus recién llegados del PSOE. El barómetro de abril del CIS desveló una caída del PP de casi un millón de votos respecto a las generales de noviembre, mostrando al PSOE incapaz de agregar un solo voto a los 7 millones que obtuvo entonces, un promedio del 20 % del censo electoral español, lo que sitúa ya a los socialistas en muchos territorios por debajo del 15 % del censo. Sus socios autonómicos UPyD e IU/ICV, como candidaturas estatales, y CiU y el PNV como autonómicos, completan los actores principales que se disputan los sufragios sumisos a cualquier política económica de la UE, la que resuelvan Merkel y Hollande.

Dos datos de enmarque de esta contienda. Por un lado, los ciudadanos griegos se han organizado electoralmente en cuestión de semanas y han desbancado al histórico Pasok, tan comprometido con el euro como el PSOE de Zapatero; por otro, la caída de Rodrigo Rato deshace el mito de la mejor gestión de la derecha. Ahora todos gestionan la economía igual de interesada e irresponsablemente, muchos banqueros y otros empresarios también.

Los votantes de estos partidos estarían dispuestos a funcionar bajo un gran pacto de Estado y un Gobierno de concentración que defendiera mejor los intereses en la UE, pero el PSOE no asume su nueva situación. Pedir la comisión de investigación de Bankia es un márketing de la transparencia inútil sin otro previo de la renovación interna. En el PSOE no asumen que su contienda es por un perfil de elector que prioriza ahora resolver los problemas a pedir responsabilidades, que distingue 400 de 500 puntos en el único indicador de la economía que funciona.

Enfrente, otra mayoría ciudadana que ya había identificado la parte principal del problema en la incompetencia, la arbitrariedad y la corrupción política. Una mayoría ciudadana que no se siente responsable de los gastos o las inversiones de las Administraciones públicas, ni de la deuda en definitiva, menos aún de su financiación. Y en ese espacio, en modo electoral y en el ámbito estatal, aún nada, aunque la fórmula ya está experimentada con éxito en la Comunidad Valenciana, el movimiento ciudadano Compromís, junto al partido ecologista Equo. Estos se bastan para asegurarse un eurodiputado en el 2014, por lo que no pierden nada proyectando al ámbito estatal su experiencia valenciana. Ocuparían sin lugar a dudas un espacio equivalente al de Syriza en Grecia.

Desorientación ante el deslinde de la lucha electoral.